El primer paso es aceptar que se tiene un problema, esta es una frase trillada quizás pero muy real cuando se trata de hacer cambios en la vida, sobre todo en temas de adicción. La aceptación en el tratamiento de adicciones es el punto de partida desde el cuál puede iniciarse el proceso de demolición de viejas creencias y comportamientos dañinos para aquellos involucrados en el consumo, sus amigos, sus parejas, sus hijos y otros familiares.
Cuando se habla de aceptación y recuperación algo indispensable es reconocer la importancia que tiene la participación de la familia y las relaciones cercanas en el proceso de rehabilitación de quien vive una adicción. A través de mis años de experiencia, he podido darme cuenta como es que, al involucrar a una familia en el proceso, existe mucha mayor posibilidad de mejoría en el miembro “enfermo” pues desde un enfoque más amplio, es importante el aceptar que este individuo no enfermó solo, sino que más bien vivió y aprendió formas de relación disfuncionales y luego al crecer las replicó y aplicó indiscriminadamente en sus relaciones con otros y con el mundo.
El efecto de esta manera disfuncional de relacionarse dio como resultado una desconexión profunda con él o ella y con su entorno, pues a pesar de vivirlo como algo normal, la culpa y la vergüenza con la que crece alguien que más tarde manifiesta conductas obsesivas o compulsivas, es decir que se vive en adicción, suman a que esta enfermedad se perpetúe en la persona e incluso en la familia, dificultando su atención y tratamiento oportuno.
La negación es uno de los mecanismos más difíciles de reconocer y por lo tanto de romper, pues ha sido la forma predilecta elegida por el adicto y su familia para protegerse del dolor que significaría aceptar todo lo que hay detrás del consumo o las conductas compulsivas, por ejemplo, la codependencia. Este mecanismo de defensa es en ocasiones tan grande que solo situaciones que ponen literalmente en riesgo la vida despiertan a los involucrados de ese letargo en el que los ha metido la enfermedad.
Ahora, puedes preguntarte, recuperación ¿de qué?, ¿qué se busca recuperar con un proceso de rehabilitación de las adicciones? Y a estas preguntas puedo responderte de muchas maneras, la primera es que no necesariamente se trata de recuperar la vida que se tenía antes del consumo, pues en ocasiones esta vida no resulta atractiva para nadie, no se trata de recuperar relaciones del pasado porque incluso estas relaciones pueden ser focos rojos para quien está en tratamiento, no se trata de recuperar trabajo, dinero, una posición, profesión, pareja o una familia.
La verdadera recuperación consiste en recuperar la libertad de elección, la capacidad de tomar responsabilidad para hacerse cargo de la propia vida, recuperar la dignidad de ser humano, de conectar con lo divino que hay dentro de cada persona y con ello conectar con la vida espiritual a la que todos hemos sido llamados, independientemente de la manera en la que atendamos este llamado, religiones establecidas, meditación, rituales, etc., el fin último es lograr la conexión con algo más grande, con un poder superior a nosotros que nos haga sentir nuevamente humanos en unidad con todo y todos.
Para concluir este texto, me gustaría decir que si tú o alguien que amas vive con adicción, existe esperanza, sólo es necesaria la disposición y la buena voluntad, ojo aquí no es fuerza de voluntad, sino buena voluntad para conocer los signos y síntomas de esta enfermedad que no tiene piedad y que antes de matar a quien la padece destruye y mata todo lo bueno que le rodea. Hablar de adicciones no es sencillo o agradable, la mayoría de las ocasiones es crudo y doloroso, pero para poder dar ese primer paso a la aceptación y con ello a la recuperación, es indispensable el romper la negación que ha construido murallas impenetrables en los corazones de quienes viven en adicción y sus familias.
Busca ayuda, siempre, siempre, hay una solución. No estás solo.
Psicoterapeuta Gestalt especializada en Adicciones Gabriela Escamilla Velázquez